sábado, 16 de febrero de 2008

CAPERUCITA ROJA



Había una vez una niña aldeana que vivía con sus padres en una casa de piedra construida en las cercanías de un bosque. Era una niña muy buena y muy linda y sus padres la querían mucho. Su abuela la quería todavía más y le había hecho una preciosa capa roja con capucha. Al verla así ataviada, todo el mundo dio en llamarla Caperucita Roja.
Un día, la madre de Caperucita Roja hizo una rica tarta de manzana. Llamó a su hija y le dijo:
-Caperucita, me gustaría que fueses a casa de la abuelita para ver qué tal sigue y si ya se ha mejorado de su catarro. Te daré un pedazo de la tarta y un tarro de miel para que se los lleves.
La niña se puso su capa roja con caperuza y tomó el cestito en que su madre había colocado la tarta de manzana.
En seguida salió de su casa para encaminarse a la vivienda de la abuelita. Al atravesar el bosque se encontró con el lobo que la encontró tan apetitosa que hubiera querido comérsela allí mismo; pero no se atrevió porque había en las cercanías unos leñadores cortando troncos.
El lobo preguntó a Caperucita:
-¿Dónde vas?
La niña, que no sabía lo peligroso que es pararse a conversar con un feroz lobo, le contestó:
-Voy a casa de la abuelita que está un poco enferma. Le llevo un pedazo de tarta y este tarro de miel que mi madre le ha preparado.
-¿Vive muy lejos tu abuelita?
-Sí, bastante. Su casa está detrás de los campos de trigo que se extienden al otro lado del molino.
-Me parece que yo voy a ir también a visitarla -dijo el lobo-. ¿Quieres que hagamos una carrera? Yo iré por este lado, tú puedes ir por ése; veremos cuál de los dos llega antes. ¿Te parece?
El lobo se puso a correr con todas sus fuerzas por el camino que había elegido y que era un atajo. Caperucita marchó por el camino más largo y no se apresuró; se detuvo varias veces para admirar a las mariposas que volaban y para coger flores campestres que crecían a los lados de la senda.

El lobo no tardó en llegar a casa de la abuelita. Golpeó en la puerta con su pata. ¡Toc, toc, toc!
-¿Quién llama? -contestó la anciana señora desde dentro.
-Soy Caperucita -respondió el lobo imitando la voz de la niña-. Te traigo un pedazo de tarta y un tarro de miel que mi madre te ha preparado.
La anciana señora, que estaba en la cama a causa del catarro, dijo entonces:
-La puerta está abierta. El cerrojo no está echado. Levanta la aldabilla y entra, hijita mía.
El lobo levantó la aldabilla, empujó la puerta y entró.
Se lanzó sobre la cama y en unos segundos, de una vez, se tragó a la abuelita; tenía un hambre feroz porque hacía tres días que no había probado bocado. Después, cerró la puerta, se puso el camisón y la cofia de la abuela y se metió en la cama.
Al cabo de un ratito llegó Caperucita y llamó a la puerta.
-¿Quién es? -preguntó el lobo.
Caperucita se asustó un poco al oír la voz tan ronca que hablaba desde dentro de la casa, pero luego se acordó de que la abuelita estaba acatarrada y supuso que su ronquera le desfiguraba la voz.
-Soy Caperucita, tu nieta.
-La puerta está abierta. El cerrojo no está echado. Levanta la aldabilla y entra, hijita mía.
Caperucita levantó la aldabilla, empujó la puerta y entró.
El lobo al verla entrar le dijo escondiéndose bajo el embozo:
-Coloca la tarta y el tarro de miel en la alacena y ven a darme un beso.
Caperucita obedeció, pero cuando estuvo cerca de la cama se quedó mirando el extraño aspecto que tenía la abuelita:
-Abuelita, abuelita, ¡qué brazos tan grandes tienes!
-Son para abrazarte mejor -contestó el lobo.
-Abuelita, abuelita, ¡qué orejas tan grandes tienes!
-Son para escucharte mejor.
-Abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!
-Son para verte mejor.
-Abuelita, abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes!
-¡Son para comerte mejor!
Y en ese momento, el lobo saltó de la cama y se comió a Caperucita Roja.
Los leñadores se extrañaron de que la niña no volviera. Fueron hasta la casa del bosque y hallaron al lobo dormido. Le abrieron el vientre y de dentro salieron Caperucita y su abuela sanas y salvas, pues el lobo se las había tragado enteras.
FIN

No hay comentarios: